«Estuve desconectado de internet por 12 días… y aunque parezca increíble no me morí…
“Estuve varios días en la costa mirando el mar y la verdad es que me invadió una pereza increíble, donde hasta encender el computador para escribir constituía un esfuerzo que me superaba ampliamente. Eso explica, que si en estos días alguien miró este digno blog, no se haya topado con ninguna tontera interesante.
Estuve desconectado de internet por 12 días… y aunque parezca increíble no me morí, ni tampoco me enfermé.
Las “redes sociales” que esos días me acompañaron, fueron mi familia, amigos de carne y hueso que nos visitaron, Tomás el pescador de jaibas, don Tuco el vendedor de pescados, el dueño del “minimarket”, Julio el que hace pan amasado, la vecina que pasea una perrita vestida con ropa marinera. Es decir, la gente viva del lugar.
Esos días me di cuenta de que siempre puede haber otra visión del mundo. Corregir lo que te dicen que es normal y correcto. Es eso lo que nos permite mejorar nuestra capacidad de decisión, es decir, llevar esa capacidad a un nivel perceptible para nosotros o también bajarla cuando ya se ha sobrepasado ese nivel.
Comprobé, una vez más, que la lentitud es mejor que la rapidez; lo cerca es superior a lo lejano; lo pequeño en vez de lo grande; lo natural mejor que lo construido. Me di cuenta que menos puede ser mas.
En las conversaciones al atardecer percibí que reconocimiento es mejor que expertismo. Es decir, todas actitudes que contribuyen a una buena vida, a volver a sentirse bien.
Me probé que puedo vivir sin internet, sin morirme, sin síntomas de abstinencia, sin aburrirme, escuchando música, disfrutando la lectura de buenos libros o de un pausado paseo hasta la Playa de las Conchitas* para recolectar caracoles.
De lo que no estoy seguro, y la verdad es que no quiero intentarlo, es que pueda vivir sin unos buenos quesos y un buen vino.
Gabriel Sanhueza, Blog http://tintapensante.blogspot.com/
Fotografía. Playa escondida en el litoral central chileno, Las Cruces, Sylvie Bellange